Mientras haya un alumno o una alumna en una clase que no haya logrado su dignidad, es decir, que no sea respetado como es, ni participe en la construcción del conocimiento con los demás ni conviva en igualdad de condiciones que el resto de compañeros y compañeras, no habremos alcanzado la educación inclusiva. Esa debe ser la orientación de la práctica educativa del profesorado.
(Miguel López Melero, Barreras que impiden la escuela inclusiva).
El discurso de la integración se sustentaba en el principio de igualdad de oportunidades. Cuando hablamos de inclusión, hablamos de oportunidades equivalentes. La consolidación de una sociedad democrática no radica en ofrecer ‘programas’ para los colectivos y personas diferentes, sino en establecer políticas orientadas a erradicar la exclusión.
Por tanto, debemos superar el modelo de integración, que sigue segregando y diferenciando a los alumnos dentro del aula. Para ello, lo primero que necesitamos es un cambio de mirada que nos permita hablar no del alumnado que no aprende, diferente, con discapacidad, excepcional… sino de qué barreras tiene para hacerlo. Y en este sentido, proponemos dar unas pistas que orienten la práctica educativa.
Educar a todo el alumnado sin distinción es la finalidad primera de la escuela pública.
Las barreras son los obstáculos que dificultan o limitan el aprendizaje, la participación y la convivencia en condiciones de equidad. La inclusión nos obliga a trabajar por un modelo educativo equitativo que compense y afronte las desigualdades que el propio sistema produce. Siguiendo a Melero, podemos agrupar las barreras en tres tipos:
· POLÍTICAS: leyes y normativas contradictorias
· CULTURALES: actitud de clasificar y establecer normativa discriminatoria, etiquetaje entre alumnado normal y “especial”, estigmatización
· DIDÁCTICAS: procesos de enseñanza-aprendizaje, si somos capaces de superar la dicotomía entre alumnos que aprenden y no aprenden, barreras didácticas que dificultan la construcción de una escuela sin exclusiones:
1. La competitividad frente al trabajo cooperativo y solidario: la no consideración del aula como una comunidad de convivencia y aprendizaje
2. El currículum estructurado en disciplinas y libros de texto, y no en un aprendizaje para resolver situaciones problemáticas, ruptura con las adaptaciones curriculares (no sería necesario el nivel de concreción de ACI individualizadas si hubiera personalización en la programación de aula).
3. La organización espacio-temporal, lo que requiere la escuela sin exclusiones, es una organización de acuerdo a la actividad a realizar, una organización ad-hoc . Organización cooperativa según el modelo competencial
4. La mentalidad del docente: pasar de cambiar al alumno (el alumno y/o su familia son el problema) a cambiar los procesos (qué obstáculos están impidiendo la participación y el aprendizaje de algunos alumnos en la escuela)
5. La colaboración y participación de la familia: apertura a la familia y otras instancias sociales
PREGUNTAS QUE NOS PODEMOS HACER SOBRE NUESTRA PRÁCTICA DOCENTE EN EL AULA
relacionadas con las barreras de tipo didáctico:
1. SOBRE LA COMPETITIVIDAD E INDIVIDUALISMO FRENTE A LA COOPERACIÓN.
Un aula inclusiva se planifica como una unidad, se aceptan las diferencias, las dificultades, las actividades se organizan de manera cooperativa, con aprendizajes genéricos y aprendizajes específicos, donde todo el alumnado aprende conjuntamente y se ayudan unos a otros. El aula se concibe como una comunidad de convivencia y aprendizaje. Las respuestas a estas preguntas te pueden ayudar a acercarte a este objetivo.
2. SOBRE EL LIBRO DE TEXTO POR DISCIPLINAS.
Es necesario superar el modelo tradicional y apostar por situaciones de aprendizaje diversas, diversificadas, basadas en resolución de situaciones problemáticas y desarrollo de competencias, que no produzcan ni incremente las desigualdades. El objetivo es que todos los niños y las niñas puedan aprender juntos.
Aprender mientras enseñamos se convierte n la segunda estrategia docente para caminar juntos.
3. SOBRE LA EVALUACIÓN.
Una evaluación diversa y adaptada a las necesidades del alumnado nos proporciona un conocimiento completo de su proceso de aprendizaje. Si hay diferentes maneras de evaluar ¿por qué seguimos usando los mismos formatos de examen escrito de diez preguntas a responder escribiendo? Necesitamos conocer cómo se enfrenta el alumnado a las situaciones que les planteamos y ver las diferentes maneras de resolverlas.
Muchas veces le echamos la culpa a la legislación, pero hace tiempo que la normativa dice claramente que la repetición se considerará una medida de carácter excepcional y se tomará tras haber agotado el resto de medidas ordinarias de refuerzo y apoyo educativo para solventar las dificultades de aprendizaje del alumno.
4. SOBRE LA ORGANIZACIÓN ESPACIO-TEMPORAL.
La disposición y organización del aula te va a permitir otras formas de trabajo y puede facilitar o no la participación de todo el alumnado en las diferentes actividades. Es necesario que esta organización facilite desde la acogida al alumnado al clima de aula, y superar las organizaciones rígidas y estáticas, apostar por planteamientos dinámicos, versátiles, que den cabida a todo el alumnado, que permitan la interacción, la cooperación, el trabajo en común, la autonomía, el movimiento, la codocencia, los apoyos inclusivos, etc
Recursos para diferentes Espacios
Recursos para diferentes Tiempos
Recursos para la Autonomía y Toma de decisiones
Recursos relacionados con las Necesidades Fisiológicas
5. MENTALIDAD DEL DOCENTE
Pasar de cambiar al alumno (el alumno y/o su familia son el problema) a cambiar los procesos (qué obstáculos están impidiendo la participación y el aprendizaje de algunos alumnos en la escuela). Es necesario entender, comprender y fomentar la diversidad, también en estilos y ritmos de aprendizaje. Y para ello debemos recapacitar sobre nuestra propia mentalidad docente, que determina nuestras prácticas educativas en el aula.
La clave en los Procesos de Inclusión es el Profesorado
6. COLABORACIÓN Y PARTICIPACIÓN DE LA FAMILIA: APERTURA A LA FAMILIA.
La implicación y colaboración de la familia con la escuela es uno de los factores relacionados con el éxito escolar. La escuela debe funcionar como una institución abierta a las familias, donde se sientan acogidas, atendidas y orientadas. Solo así podremos desarrollar y educar en valores que fomenten la justicia, la tolerancia o la solidaridad. Y eso implica una reflexión sobre nuestra forma de actuar con las familias y estar dispuestos a cambiar nuestras prácticas y apostar por la diversidad familiar y cultural.
Un buen maestro es aquel que es capaz de tener la curiosidad de aprender todos los días algo nuevo, incluso de sus alumnos.
BIBLIOGRAFÍA
- Miguel López Melero, Barreras que impiden la escuela inclusiva y algunas estrategias para construir una escuela sin exclusiones, INNOVACIÓN EDUCATIVA, n.º 21, 2011: pp. 37-54
- Mª Carmen Morón Macías, La organización espacio-temporal en el segundo ciclo de Educación Infantil, los rincones y las rutinas, Revista digital Temas para la Educación, nº 11
- Coral Elizondo, Hablar de educación inclusiva es hablar de democracia. elpais.com. 4 mayo 2021